Un 22 de Enero del año 2016, la carrera del «Cholo» Guiñazú tuvo un giro inesperado. Luego de jugar en la Selección Argentina, ser campeón de América y jugar en Europa, cumplió el único sueño que le quedaba pendiente: jugar en Talleres. El Cholo reveló que, junto a su padre, jugador clave en esta historia, siempre había anhelado ponerse la camiseta albiazul.

Guiñazú llegó para formar parte del plantel que jugaría la B Nacional, pero la historia necesitaba algo de drama. Apenas unas semanas después de firmar su contrato, se fracturó la mandíbula en un amistoso frente a Racing de Córdoba. El inconveniente lo alejó de las canchas por casi dos meses. El volante admitió que hasta llegó a pensar en el retiro.

Pero el «Fuego Sagrado» no se lo permitió: luego de 45 días de inactividad, el Cholo volvió a los entrenamientos, dejó todo y se puso a disposición de Frank Daío Kudelka. El 19 de Marzo, frente a Nueva Chicago, fue el día en el que Guiñazú se puso la camiseta de Talleres por primera vez.

El resto de la historia es conocida. En pocos partidos, el Cholo se convirtió en el capitán, líder y figura del equipo que arrasaba con aquella B Nacional. El director de la película decidió que el Cholo debía tener un día consagratorio, que lo convierta en un hito. Fue el 5 de Junio en la cancha de All Boys, cuando Talleres necesitaba un triunfo para consagrarse campeón y volver a Primera. En el último suspiro, cuando el árbitro miraba la hora para terminar el partido, el Cholo metió un zapatazo inolvidable. La pelota viajó una eternidad para terminar clavándose en un ángulo. Talleres Campeón. Aquella tarde, el Cholo se hizo eterno.

Una vez en Primera, comenzó un ciclo repleto de alegrías para Talleres. El Cholo, una vez más, fue el símbolo de aquel equipo repleto de jóvenes. La «T» le ganó a Boca en la Bombonera, goleó a Belgrano en el clásico, se clasificó a la Copa Libertadores y eliminó al Sao Paulo en el Morumbí, solo por mencionar algunos de los tantos partidos inolvidables en los que el Cholo fue la bandera de Talleres.

Un día, el Cholo dijo adiós. La «era Guiñazú» terminó, y con ella se fue el último gran ídolo de Talleres. Se fue de la cancha, claro. Porque el Cholo Guiñazú será eterno en la gloriosa historia albiazul.

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